FERNANDO PICHARDO SILVA
PELUQUERO

         FERNANDO PICHARDO SILVA, o el maestro Pichardo como le decimos, es el último de los profesionales masculinos de la peluquería que queda en Facinas.
        
         Nació el catorce de enero de mil novecientos cuarenta y siete, hijo de Francisco y Francisca, que junto a las hermanas Leonor y María Jesús formaban el núcleo de una familia cuyos hombres eligieron la profesión de barberos, por lo que con nuestro  personaje es el tercero de la dinastía, en caso de que  existan otros que no sepamos.
        
         Se crió Fernando en Facinas como uno más de los jóvenes de aquellos tiempos, sufriendo las penurias y disfrutando de los buenos momentos, que para él eran más, ya que siempre tuvo un carácter alegre y simpático, aunque para el que no le conociera pudiera parecerle serio e introvertido.

         Desde niño fue el aprendiz de su padre y maestro Francisco Pichardo,  que tuvo, según se recuerda, los negocios en Vista Alegre y en el lugar actual, que es el  comienzo de la calle Divina Pastora, junto al cine.

         La música moderna de los años sesenta-setenta, le entusiasmaba, y las reuniones de amigos eran su diversión diaria.
        
         En la familia siempre hubo afición a los animales, sobre todo a las vacas, manteniendo siempre unas cuantas que aportaban la leche que al venderla servía de ayuda económica para la casa. A la muerte del padre, Fernando continuó con la misma actividad, por lo que casi todos los días hacía un paréntesis entre tijeras y cuchilla, para dirigirse montado en su borriquillo hasta el “Jato”.       

         Los fines de semana, al igual que todos los compañeros se vestían las mejores galas y visitaban los pueblos cercanos para divertirse.

         En una de aquellas visitas conoció en Barbate a la que hoy es su mujer y madre de Fernando, su único hijo. Antonia Ureba Pérez es el nombre de esta barbateña que ya es conocida como una facinense más. Mujer con gracia, amabilidad y trabajadora, un complemento que se merecía nuestro hombre.

         Hoy, mientras él mira el almanaque esperando el año que le falta para la jubilación, todo el pueblo se pregunta quién tomará el relevo, que se presenta bastante difícil si pensamos en el genero masculino, porque que se sepa no hay joven interesado en la profesión.

         Cuando ello suceda, Facinas se quedará sin uno de los lugares de más solera como han sido las barberías, cargadas de historias, chistes o comentarios entre clientes y maestro. Ya no se oirá el tris-tras de la tijera, el sonido del paño al sacudirse o la pregunta del vecino diciendo “¿Cuándo me toca maestro?.

         Fernando ha sido fiel a su profesión de barbero tradicional, dedicado exclusivamente a “arreglar” a los varones, dejando a las mujeres el trabajo de las de su género.

         En nombre de todas las cabezas del pueblo de Facinas, de Tarifa y de los contornos, ¡Felicidades maestro! , por haber sido fiel a esa tradición aplicándole su sello personal de hombre simpático, honrado y servidor. Eres un auténtico personaje de Facinas